1La
expresión “mapa” se usa para nombrar imágenes no geográficas (mapa del
ADN, “mapa de sitio” de navegabilidad online, “mapas conceptuales”,
entre muchas otras). Este uso extendido del término mapa sugiere que en
gran parte de la cultura occidental actual habría cierto consenso
implícito acerca de qué es un mapa y que ello habilita a usarlo de
maneras muy diversas sin mayores problemas de comprensión. No obstante,
esta aparente transparencia revela toda su opacidad cuando preguntamos
por qué (o en qué sentido) estas imágenes son mapas.
2Ante esa disyuntiva, algunos podrán contestar que esas imágenes no son mapas stricto senso. E incluso eso puede ser cierto. Pero esa respuesta no alcanza para explicar y entender por qué se usan esas expresiones.
3Para
empezar a explorar otras respuestas posibles, más que hablar de mapas,
hablaremos de “lo cartográfico” –en un sentido análogo al que Phillipe
Dubois proponía para analizar “lo fotográfico”: una categoría “que no
sea tanto estética, semiótica o histórica como epistémica, una verdadera
categoría de pensamiento, absolutamente singular y que introduce a una
relación específica con los signos, con el tiempo, con el sujeto, con el
ser y con el hacer” (Dubois, 1986: 54). Desde esta perspectiva se puede
afirmar que “mapa del ADN”, “mapa de sitio” y otras expresiones
similares evocan lo cartográfico en clave de metáfora y que, al menos a
primera vista, lo que tienen de cartográfico es que proponen que el
lector se sitúe en ellas de manera parecida a lo que haría con un mapa
“común”, si se me permite la expresión. Y más aún: esa pragmática de uso
lexical dialoga una vasta tradición de imágenes cartográficas que
también pueden ser consideradas metáforas. Entonces, en este ensayo
proponemos revisar la capacidad que tiene la imagen cartográfica para
funcionar como metáfora de muy variadas imágenes, ideas, pensamientos
–analizando tanto la arquitectura gráfica de las imágenes como su
funcionamiento social.
4En sus orígenes, el concepto aristotélico de “metáfora” refería a la “transferencia de un nombre de una cosa a otra”, es decir, a la sustitución de un nombre por otro. En la actualidad, la acepción genérica más amplia de metáfora
recupera sus raíces etimológicas latinas y griegas que hablan de
“traslado” y “desplazamiento” para definirla como el desplazamiento de
significado entre dos términos con una finalidad estética. Aquí
propondremos que, sin desmedro de esa finalidad estética, la metáfora
también se puede usar con la finalidad de explicar y hacer comprender o
visualizar un objeto desconocido mediante su reemplazo por otro conocido
(que, en el contexto de esta presentación, ese objeto conocido viene a
ser el mapa).
5Más
ampliamente aun, pensar el mapa como metáfora requiere, en primer lugar,
rescatar la noción filosófica de la metáfora de ese nicho en el que
permaneció durante tanto tiempo enclaustrada donde era apenas una figura
retórica que sólo tenía la utilidad de ‘trasladar’ un sentido de una
palabra a otra sólo para buscar la eficacia de la comunicación de esa
“primera cosa verdadera” hacia una segunda, aparentemente de menor
jerarquía en su calidad de copia. Como figura retórica, la metáfora era
apenas un “adorno que embellece, clarifica o potencia” a otro discurso,
digamos, original (aunque en rigor lo llamaban verdadero).
6Pero
la metáfora es un instrumento potente que habilita múltiples
operaciones de producción de sentidos. La potencia metafórica del mapa
reside en su capacidad de visualización: el mapa es un dispositivo
visivo en tanto sirve para ver, para visualizar, para
representarse mediante imágenes ópticas fenómenos de otro carácter, para
imaginarse con rasgos visibles algo que no se tiene a la vista.
- 1 Harley y Woodward, (eds), The History of Cartography (Chicago & London Volumen 1, p. xvi.
- 2 Una revisión crítica de este enfoque ha sido desarrollada en torno a la idea “la pluralidad de los (...)
7Evidentemente es necesario asumir una noción amplia de “mapa”,
como aquella que David Woodward y Brian Harley propusieron para
refundar y reescribir la historia de la cartografía en la que decían que
un mapa es una “representación gráfica que facilita el conocimiento
espacial de cosas, conceptos, condiciones, procesos o eventos que
conciernen al mundo humano”.1
Sin embargo, la innovadora gran flexibilidad de esta definición (que
viene siendo extensivamente utilizada para contestar aquella más
estrecha que concibe el mapa como una representación a escala de la
superficie terrestre o parte de ella)2
parece no ser suficiente para pensar esos otros usos del término mapa a
los que aludimos al inicio, probablemente debido a que ha sido
desarrollada para conceptualizar representaciones geográficas de todos
los tiempos; es decir, la preocupación de sus autores apuntaba a generar
una definición suficientemente amplia como para incluir mapas
prehistóricos, medievales y digitales, pero siempre pensando en lo que
genéricamente y a priori llamaríamos mapas geográficos y no tanto para legitimar el uso del término mapa aplicado metafóricamente.
8Parece
que deberíamos agregar algo más a esa definición si queremos
efectivamente incluir en ella a otros gráficos que reclaman para sí
mismos el título de “mapa” y que, más todavía, son reconocidos
socialmente como tales. Para abordar esas otras acepciones del
sustantivo “mapa” proponemos analizar ciertos procesos cognitivos que el
mapa activa, en particular aquellos que apelan a la construcción de
sentidos metafóricos.
9Entonces,
si el mapa es una imagen que permite conocer y superponer estructuras
de conocimiento para visualizar las relaciones espaciales que establecen
diversos elementos entre sí, cuando esos elementos representados en el
mapa no son de naturaleza necesariamente geográfica, se dice que el
mapa, más que una representación entendida en cualquiera de sus
acepciones clásicas, es una metáfora. Cuando el mapa funciona
como metáfora, las resonancias de las geografías materiales o empíricas
pueden ser sumamente débiles o incuso nulas. Sin embargo, permiten pensar espacialmente, incluso temas tan abstractos como la moral.
10¿Cómo
lo hace? ¿Cuál es su gramática y su arquitectura visual? ¿Cómo operan
las variables gráficas que se combinan para articular una imagen
(cartográfica) visual?
11La
metáfora activa analogías, es decir, relaciones de comparación entre
varias razones, conceptos, objetos y/o experiencias. Además, la analogía
tiene una capacidad proyectiva que permite formas inductivas de
argumentación. Y también tiene una función pedagógica, que consiste en
copiar algo o a alguien, imitar una cosa a partir de la recreación de
los elementos significativos.
12Esas
propiedades cognitivas se movilizan en la metáfora cartográfica y, así,
el mapa metáfora opera como un método de espacialización del
pensamiento, y de visualizar esa espacialización.
13Este
trabajo analiza, a partir de un corpus de imágenes, tres cuestiones
teóricas, conceptuales y metodológicas para abordar mapas metafóricos:
1) los tipos de espacios que construyen los mapas metafóricos; 2) las
analogías espaciales que se establecen en los mapas metafóricos; y 3)
los efectos de la estética cartográfica sobre los temas representados en
ellos.
14Si,
como recurso retórico, la metáfora funciona activando un desplazamiento
de sentidos entre dos elementos, ¿qué es “lo cartográfico” que se
desplaza hacia esos otros objetos metafóricamente denominados mapas?
15Probablemente
la especificidad cartográfica más potente es la capacidad que tienen
los mapas para representar relaciones espaciales –algo que ha sido
planteado en estos términos por David Buisseret: “Lo que en realidad
hace que un mapa sea un mapa es su cualidad de representar una situación
local; tal vez deberíamos llamarlo ‘imagen de situación’ o incluso
‘sustituto situacional’. La función principal de esa imagen es
transmitir información situacional, distinguiéndola así, por ejemplo, de
una pintura paisajística que, aunque transmitiendo esa información
incidental, busca principalmente un efecto estético. En términos
cognitivos, el mapa tiene que basarse en la percepción que el cerebro
tiene del espacio más que de la sucesión” (Buisseret, 2003: 16).
Siguiendo una línea argumentativa muy similar, Tolías finalmente destaca
el elemento que parece clave: la representación analógica. En efecto,
“un mapa es una forma especializada de lenguaje visual y una herramienta
para el pensamiento analógico. Tal como ha remarcado Harley, un mapa
sirve, entre otros cosas, como una herramienta mnemotécnica, es decir,
un banco de memoria para datos relativos al espacio” (Tolías, 2007:
639).
- 3 Hyerle, David (2003), Visual Tools for Transforming Information Into Knowledge , p. 9.
16Sobre
el mapa como metáfora, David Hyerle afirmó que “mapear es una rica
síntesis de los procesos de pensamiento, de las estrategias mentales, de
las técnicas y del conocimiento que permite a los humanos lanzarse a la
investigación de lo desconocido, establecer patrones espaciales de la
información”.3
17En
efecto, la metáfora cartográfica se realiza cuando el observador puede
establecer una analogía entre las relaciones espaciales que se
establecen en la situación mapeada y un espacio cartográfico mapeable
según diferentes principios gráficos que, en rigor, entrañan diferentes
concepciones sobre el espacio.
18Sin
embargo, la metáfora cartográfica es mucho más que una simple figura
retórica utilizada para ornamentar un discurso. La metáfora cartográfica
tal como la entendemos aquí son modos de apropiarse de lo cartográfico
para crear otras imágenes. Dicho de otro modo: las metáforas
cartográficas son imágenes que son reconocidas como mapas (que son
llamadas como tales) aunque su función no sea representar geografías
sino, más bien, representar otros temas como si fueran geografías. Esto
explicaría por qué dejamos fuera de análisis aquí los mapas caricatura,
en los que las metáforas (cartográficas, gráficas, lexicales, expresivas
e incluso informativas) movilizan diversas figuras retóricas en las que
“lo cartográfico” puede ser reemplazado por otras metáforas y es
simplemente un recurso eficiente pero no indispensable.
19A
menudo, las reflexiones teóricas contemporáneas que examinan la idea de
mapa evitan utilizar el término representación para hablar de las
imágenes cartográficas debido a la fuerte connotación reduccionista que
los cartográficos profesionales y técnicos supieron adherirle al mapa
con tanto éxito. Pero algunas disciplinas científicas, como la
psicología, y algunas corrientes epistemológicas, como la fenomenología,
discutieron ampliamente el término representación cargando las tintas
en su capacidad de producir visibilidad, y recordando que la
representación puede ser también el “juego tributario de un dispositivo
óptico, inaugurado por el teatro griego y fijado por la pintura
renacentista” (Enaudeau, 1998: 23). Ya Roland Barthes había usado una
acepción emparentada a esta en Le plaisir du texte, según la cual el mero acto de una mirada consciente
creaba representaciones: afirmaba que habrá representación mientras un
sujeto (ya sea autor, lector, espectador, contemplador) dirija su mirada
hacia un horizonte y recorte en él la base de un triángulo del que su
ojo (o su espíritu) sea la cima.
20Llegados
a este punto resulta inevitable aludir a los efectos que tuvo el
desarrollo de la perspectiva en los modos de ver, representar, inscribir
y vivir el espacio físico, en particular porque esa racionalización de
los modos de ver el espacio también atravesó los modos de hacer y
entender los mapas.
- 4 Dando por sentado que la geometría tiene un enorme interés histórico, y un fuerte atractivo práctic (...)
- 5 Ivins, 1946: 68-69.
21La
sincronía entre las ideas geométricas y otros desarrollos teóricos en
diversos campos (tales como las artes, la fotografía, la pintura, la
óptica, la física, la astronomía, entre otros) estuvo relacionada, en
gran parte, con la búsqueda de respuestas que, a lo largo de la
historia, los savants ensayaron para reflexionar sobre la relación del hombre con su espacio.4 William Ivins en su clásico libro Art and Geometry. A Study in Space Intuitions,
advierte que la cuestión crucial para la aceptación de las teorías
geométricas en las sociedades occidentales fue la capacidad que tuvo
para resolver cuestiones prácticas que los hombres se plantearon para
comunicar/reflexionar cómo pensaban, cómo veían y eventualmente cómo
podrían representar sus espacios (en un sentido amplio: los espacios
arquitectónicos, los espacios geográficos, los espacios cosmográficos,
los espacios simbólicos). Y sostenía que dado que la historia de la
física y la filosofía, el arte de la pintura y la geometría están
centrados en la idea o el problema del espacio, resulta importante e
incluso necesario trazar el desarrollo de la perspectiva desde su
‘descubrimiento’ o invención como procedimiento cuasimecánico hasta su
consagración como esquema lógico o gramática de pensamiento.5
22Tal
vez por eso no sorprende que uno de los más potentes momentos de
desarrollo de la geometría se haya dado en el campo de las artes
visuales durante el Renacimiento, cuando se opera un desplazamiento
cosmográfico en la cultura occidental que, al mismo tiempo que advierte
el sistema heliocéntrico para el universo infinito, resitúa al propio
individuo como centro de su mundo finito. Gracias a la perspectiva, el
hombre logra ese distanciamiento cediendo paso a su capacidad de ver:
“el espacio, que deja de envolver al ojo por todas partes, es proyectado
sobre un escenario, un cuadro, un plano, rectángulo que separa el ojo
de lo que le hace ver” (Enaudeau, 1998: 23).
- 6 Sobre la perspectiva y la cartografía, ver Samuel Y. Edgerton Jr. The Renaissance Rediscovery of Li (...)
23El
sentido de la vista y la visión se venía consolidando como una de las
estrategias privilegiadas en la construcción del conocimiento geográfico
desde al menos el Renacimiento. La vista y la visión hacían posible los
procesos de abstracción, reflexión y representación que vuelven
comprensible el mundo físico a través de su mensurabilidad. La vista,
entonces, servía para componer el “ojo testigo” que da testimonio de las
formas de la superficie terrestre. Pero la vista también servía para
componer el “ojo perspectiva” que ensayaba modos de mostrar y dar a ver
ese mundo mensurado.6 En este sentido, el ojo era un dispositivo de racionalización que tornaba comprensible y comunicable los hechos de la vista.
24Bruno
Latour afirmó que la racionalización que tuvo lugar durante la
revolución científica no es una racionalización de la mente, ni del ojo,
ni de la filosofía sino de la vista porque gracias a la perspectiva
lineal, todo objeto –sin importar desde qué distancia o ángulo es visto -
puede ser “transferido” o “traducido” para obtener el mismo objeto en
otro tamaño o visto desde otra posición. En esa “traducción” las
propiedades internas de ese objeto no han sido modificadas. Latour
retoma las palabras de Ivins (1973) para recordar que la perspectiva es
un determinante esencial de la ciencia y la tecnología porque crea
cierta “consistencia óptica” (Latour, 1990: 27) que consiste en
representar no sólo el objeto sino también el punto de vista y, así,
generar el simulacro o la ilusión de la experiencia de la visión al
natural.
25La
geometrización no sólo afectaba a las imágenes propiamente dichas sino
también a los modos de ver. Era un proceso que implicaba una
racionalización de la mirada, como decía Ivins: “la ciencia y la
tecnología han progresado en relación directa con la capacidad del
hombre de inventar métodos gracias a los cuales los fenómenos que no
podrían ser conocidos sino que por los sentidos del tacto, del gusto y
del olfato, han podido ser visualmente reconocidos y medidos” (Ivins,
1985: 37). Toda la ciencia moderna siguió a Galileo en su convicción de
que el libro de la Naturaleza está escrito en el lenguaje matemático y
que sus caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas.
Y los mapas fueron particularmente sensibles y propensos a acoger y a
apropiarse de tales lenguajes. Los mapas pudieron encarnar con solvencia
esa supuesta correlación entre verificación empírica (a la sazón,
visual) y el “derecho” que podían tener ciertos fenómenos a ser
inscritos en lenguaje científico sobre el mapa.
- 7 Si bien desde alrededor de 1450 se venía consolidando un cambio radical en la forma de percepción d (...)
26En tanto la perspectiva albertiana disciplinaba o desnudaba los principios geométricos de la medición e inventaba una nueva forma de naturalismo,
la triangulación, las proyecciones cartográficas y las fórmulas de
escalas miniaturizantes aseguraban los principios geométricos de la
superficie terrestre.7
27En
el caso de los mapas, la noción de miniatura recae sobre los principios
de las proporciones que supone la escala cartográfica, que establece una
correspondencia matemática entre las medidas del mapa y las medidas del
terreno o de lo real. Esta relación matematizable entre la imagen mapa y
su referente empírico ha contribuido a afianzar el principio de mímesis
del que los mapas parecen parasitar su carácter de Verdad.
28Esa
proporcionalidad que define a la miniatura cartográfica funciona en
diversos niveles. En primer lugar, garantiza la consistencia óptica de
la que hablaba Irvins en tanto hace posible cálculos que pueden
materializarse en prácticas espaciales concretas (cálculos de
distancias, de superficies, etc.).
29En
segundo lugar, hace asible el mundo natural, no sólo en los cálculos
sino también la posibilidad de reconstruir su totalidad aunque se lo
aborde por partes (como ocurre en las hojas consecutivas de un atlas).
Para ello retoma principios de la geometría euclideana cuyo espacio –a
pesar de ser ampliamente criticado por su rigidez- resulta sumamente
flexible: como sintentizaba Bruno Latour, gracias a las invenciones
gráficas y geométricas tales como la cuadrícula, el punto de fuga, la
proyección Mercator y el agua-fuerte, entre otras, la forma de las cosas
ha sobrevivido a los desplazamientos continuos, y así se han
transformado en “móviles inmutables” que no sólo permiten describir sino
que también permiten ver la naturaleza como ficción y la ficción como
naturaleza.8 La
ficción del mapa se transforma en mundo natural sin que casi advirtamos
ni veamos las operaciones que utiliza para ello. La eficacia de la
geometría euclideana no radica solamente en su capacidad proyectiva:
como nos recuerda Franco Farinelli, los modelos euclideanos no han
servido solamente para describir el mundo sino también para construirlo,
literalmente, para configurarlo. Esos modelos euclideanos devinieron
ellos mismos realidades concretas.
30En
tercer lugar, queremos reivindicar una cuestión de la miniatura que nada
tiene que ver con la proporción. «Puede decirse», sostiene Gaston
Bachelard, que las miniaturas son «objetos faltos de provistos de una
objetividad psicológica real». Mientras que el geómetra «ve exactamente
la misma cosa en dos figuras semejantes dibujadas a escalas distintas»,
el soñador vivirá en su imaginación «una experiencia de topofilia» en la
que se supera la «contradicción geométrica». Miniaturizar el mundo
significa poseerlo, dice Bachelard y no sólo se trata de eso: hay que
tener en cuenta que “en la miniatura los valores se condensan y se
enriquecen” (Vitta, 1999: 65). También se crean nuevos espacios.
31En esos derroteros, ¿qué tipo de espacios crearon y crean los mapas?
- 9 La geometría de Euclides se basa en cinco postulados o axiomas básicos: 1) dados dos puntos es posi (...)
32En
la tradición de la cartografía moderna, los mapas que representan las
formas del terreno echan mano a los elementos de la geometría euclideana
–esto es, el punto, la línea y el plano- para representar un espacio
cartesiano de dos o tres dimensiones en el que se cumplen los axiomas de
la geometría euclideana.9
En esa abstracción de la superficie terrestre real anida la primera
operación cartográfica: crear el espacio cartográfico a partir de una
geometría del espacio (entendida como la rama de las matemáticas
encargada de las propiedades y medida de la extensión de las formas que
se pueden expresar con medidas y de las relaciones entre puntos, líneas,
ángulos, planos y sólidos en el espacio para definir sus condiciones
mediante unas propiedades determinadas del espacio). Derivado de esto,
en general, ese espacio cartográfico es un plano, es decir, un objeto
geométrico bidimensional que no posee volumen que contiene un número
infinito de rectas y puntos.
33La
teoría de la relatividad de Albert Einstein “volvió a cerrar el universo
y negó la estructura euclídea del espacio” (Koyré, 1957: 159)
postulando que la cuarta dimensión, el tiempo, hace del espacio físico
un infinito continuo (el espacio-tiempo) que en presencia de materia es
curvo. Pero aun así, durante el siglo XIX se siguió asumiendo que la
geometría del espacio físico seguían siendo euclideana y que las
geometrías no euclideanas post- Einstein basadas en la trigonometría
esférica eran un artefacto intelectual matemáticamente potente que,
aunque podía tener algunas utilidades prácticas en algunos campos del
saber (especialmente en la astronomía) o para explicar teorías tales
como la curvatura del espacio-tiempo, no servían para explicar ni
representar la experiencia humana del espacio físico.
34En
las acepciones más técnicas de cartografía (que, por cierto, son las más
difundidas y aceptadas en el sentido común contemporáneo), el mapa es
una representación a escala de la superficie terrestre o parte de ella.
Esa superficie terrestre alude a un espacio físico concebido como el
lugar donde se encuentran los objetos y en el que los eventos que
ocurren tienen una posición y una dirección relativas, con tres
dimensiones lineales.
35A
partir de estos supuestos, para producir esa representación cartográfica
se recurre a idealizaciones geométricas (por ejemplo, asimilar la forma
geoidea a la de una esfera), se aplican reducciones proporcionales para
miniaturizar esas idealizaciones, se utilizan principios de la
proyección geométrica artificialis para trasladar un cuerpo de tres dimensiones o una imagen plana de dos dimensiones.
36Este
espacio cartográfico euclideano que resulta de fuertes procesos
abstractivos tiene, en efecto, un “reaseguro” sensible anclado en las
formas en que la modernidad fue asumiendo la naturaleza del espacio
físico a partir de la experiencia del individuo: “a nuestra escala, el
espacio físico puede describirse bastante exactamente con ayuda de un
modelo sencillo y antiguo, el de la geometría con tres ejes de
coordenadas, perpendiculares dos a dos (las ‘coordenadas cartesianas’).
Este modelo procede, por perfeccionamientos y racionalizaciones
sucesivas de la geometría ‘euclideana’, la cual se caracteriza, entre
otras cosas, porque describe el espacio como poseedor de tres
dimensiones. Estas tres dimensiones pueden fácilmente concebirse de modo
intuitivo por referencia a nuestro cuerpo y a su posición en el
espacio: la verticalidad es la dirección de la gravedad y de la posición
del pie; la segunda dimensión, horizontal, sería la de la línea de los
hombros, paralela al horizonte visual que hay ante nosotros; la tercera
dimensión, finalmente, es la de la profundidad, correspondiente al
avance del cuerpo en el espacio” (Aumont, [1990] 2013: 40-41).
37Sin
embargo, en la actualidad, el punto, la línea y el plano abandonan el
terreno de la lógica estrictamente euclideana, se visten de colores y
usan raras formas para crear espacios geográficos / cartográficos
alternativos que no necesariamente se ocupan de las formas del terreno
sino de ciertas relaciones espaciales. Para comprender la eficacia
comunicativa de esos mapas y, más ampliamente, para analizar la
familiaridad de los usuarios con un abanico de mapas de gramáticas
visuales muy variadas, señalaremos que muchos mapas que circulan en
nuestra cultura visual crean espacios cartográficos que son más
topológicos que euclidieanos. Esto quiere decir que mientras que
la geometría euclídea,
dos objetos serán equivalentes mientras podamos transformar uno en otro
mediante cálculos isométricos (es decir;. que transforman el objeto
conservando las medidas de ángulo, área, longitud, volumen y
otras), en topología, dos objetos son equivalentes en un sentido mucho
más amplio, pues deben tener el mismo número
de trozos, huecos, intersecciones (o, en el caso que nos
interesa, relaciones espaciales). Expresado en términos sencillos, suele
decirse que en topología está permitido doblar, estirar, encoger,
retorcer, etc., los objetos, pero siempre que se haga sin romper ni
separar lo que estaba unido, ni pegar lo que estaba separado. Por
ejemplo, un triángulo es topológicamente lo mismo que una
circunferencia, ya que podemos transformar uno en otra de forma
continua, sin romper ni pegar. Pero una circunferencia no es lo mismo
que un segmento, ya que habría que partirla (o pegarla) por algún punto.
Lucas V. Barbosa — Torus to mug morphing animation (2007)
Disponible en: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Mug_and_Torus_morph.gif
38Si
bien la topología ofrece modelos gráficos para organizar la información
visualmente y que no son mapas (árboles, diagramas, esquemas, redes,
entre otros), el mapa se distingue por crear un espacio topológico sin
desvincularse completamente del espacio geográfico (incluso cuando, como
hemos visto, en gran medida sigue siendo pensado como un espacio
matemático y geométrico según la tradición euclideana): el espacio
topológico propone otra manera -no euclideanamente geometrizada- para
pensar, conceptualizar y visualizar el espacio geográfico a partir de
relaciones significativas o para visualizar un tema pensado en términos
espaciales o, lo que en este contexto es lo mismo, pensado
espacialmente.
39En
este sentido, el mapa propone una ordenación específica que recupera lo
que parece ser la cualidad distintiva la imagen cartográfica entre un
infinito número de tipos de imágenes: el pensamiento analógico y las
analogías espaciales para visualizar objetos y/o procesos que no son
necesariamente espaciales.
40En
particular, la metáfora cartográfica es un método de espacialización del
pensamiento, y de visualizar esa espacialización. Cuando el mapa
funciona como metáfora, las resonancias de las geografías materiales o
empíricas pueden ser sumamente débiles o incuso nulas. Sin embargo,
permiten pensar espacialmente, incluso temas tan abstractos como la moral.
41¿Cómo un mapa puede ser metafórico? ¿Qué es lo cartográfico
que trasladan? Es, admitamos, una pregunta difícil de resolver en unas
pocas líneas. Pero podemos invitar a pensar respuestas posibles a partir
de algunas proposiciones. Lo cartográfico puede ser la
adaptación de conceptos abstractos a figuras topográficas concretas; o
un conjunto de formas reconocidamente geográficas que usa elementos
gráficos no cartográficos; o, también, lo cartografía puede ser un
lenguaje (socialmente reconocido como cartográfico) que representa un
orden o una clasificación de elementos. ¿Qué tienen en común estas
variantes? Todas son propuestas gráficas para pensar espacialmente.
42Incluso
desde diferentes perspectivas teóricas y asumiendo diferentes
concepciones acerca del objeto mapa, es un hecho aceptado que la
geometría sirve para pensar y representar el espacio cartográficamente,
para crear imágenes que comunican relaciones espaciales. Los mapas
metáfora sugieren que, además, la gramática cartográfica, fuertemente
geometrizada y capaz de funcionar como instrumento para crear espacios
topológicos, permite pensar espacialmente fenómenos que no son
necesariamente espaciales. Ello consiste en aplicar categorías
geométricas y espaciales para representar diversas ideas o experiencias.
Veamos algunos casos.
- 10 Clélie, histoire romaine fue publicada en 10 volúmenes (en octavas) entre 1654 y 1660.
43En el siglo XVII, la popular novela Clélie, histoire romaine,10 de Madeleine de Scudéry sirvió de inspiración para la elaboración del célebre “Mapa de la Ternura” (Carte de Tendre) en el que se representaba la topografía imaginaria de los sentimientos.
“Mapa de la Ternura” (Carte de Tendre). Clélie, histoire romaine, de Madeleine de Scudéry (1564)
44Los
numerosos estudios y comentarios que se hicieron de ese mapa coinciden
en reconocer allí una suerte de viaje que comienza con “una nueva
amistad” (nouvelle amitié) en la parte inferior del mapa y lleva a las
tres ciudades principales (Tendre-sur-Inclination, Tendre-sur-Estime y Tendre-sur-Reconnaissance)
a través de tres ríos homónimos -a lo largo de los cuales aparecen
significativos poblados, lagos- que desembocarían en la pasión luego de
cruzar la Mer Dangereuse, un mar peligroso plagado de rocas y obstáculos para la navegación.
45El
mapa representa las etapas de una relación sentimental que, desde abajo
hacia arriba en el mapa, inscribe los sentimientos en forma de pequeños
poblados. En la parte inferior se localizan los poblados menos nobles,
los que hay que pasar para poder llegar a aquellos más ligados a los
sentimientos amorosa: así, entre el Lago de la Indiferencia (Lac d'Indifférence) y el mar de la Enemistad (Mer d’Inimitié) se encuentran los pueblos de Méchanceté (Maldad), Perfidie (Perfidia), Indiscretion (Indiscreción), Orgueil (Orgullo); Oubli (Olvido), Inégalité (Desigualdad) y Négligence (Negligencia).
46A su vez, el río Reconnaissance (Agradecimiento) atraviesa diversos asentamientos. Algunos de los que se destacan son: Obéissance (Obediencia), Sensibilité (Sensibilidad), Grandes services (Grandes favores), Petits soins (Pequeños cuidados) y Complaissance (Complaciencia).
47El río Estime (Estima) recorre, entre otros, pueblos tales como Bonté (Bondad), Respet (Respeto), Generosité (Generosidad), Probité (Honradez) y Sincerité (Sinceridad).
- 11 La historia del mapa ha sido objeto de controversia. Aparentemente, el mapa fue creado por la propi (...)
48Los
temas de este mapa aluden a categorías morales de la vida sentimental y
amorosa, y configuran una topografía moral, en la que “los lugares son
las situaciones o los puntos de pasaje obligado por los que todo viator
pasa a lo largo de su itinerario existencial (Van Delft, 1985: 94) y
que evocan las experiencias existenciales más directas desprovistos (o
casi) de referencias explícitas a la geografía y a la cartografía
entendida como forma de representación basada en la abstracción (107).
La historia de este mapa, concebido como un juego social por la propia
Madelaine de Scudéry durante el invierno de 1653-1564,11
confirmaría que, en el registro laico, la cartografía moral expone más
claramente su dimensión lúdica (Van Delft, 1985: 99). Y aunque nos
faltan elementos para imaginar el tipo de juego propuesto por el mapa en
su versión original, esa pragmática de uso nos sirve para afirmar que
en este caso la metáfora cartográfica no se agota en los temas ni en los
itinerarios propuestos.
49La espacialización de la moral consagrada en la Carte de Tendre
recurre a la metáfora cartográfica para emancipar una silenciosa voz
femenina en el mundo de los salones de la época, donde se juega y se
lee: la morfología del espacio de este mapa evoca el cuerpo humano,
específicamente la anatomía del sistema reproductivo de la mujer. Esto
añade una serie de sentidos movilizados en la metáfora gráfica y
cartográfica, ligados a la sexualidad, a las entrañas y a la
reproducción de la vida: en la parte inferior del mapa, que se
corresponde con la parte externa del sistema reproductor femenino, la
sexualidad de la mujer aparece amenazada por lugares desagradables. ¿Se
vela, así una crítica a la sexualidad sin concepción? En contrapartida,
la parte superior, la más íntima de las entrañas, es la más noble, donde
se cumple la misión divina de la reproducción humana, donde se
encuentran las “tierras desconocidas” que implican la concepción de otro
ser humano. Y los tres ríos que desembocan en la promesa de lo
desconocido para aquellos que se atreven a cruzar el mar peligroso
demuestran que las vías para concretar el designio reproductivo
representan diferentes formas sentimentales que pueden llegar a la
exploración de esas terres incognues en las más íntimas entrañas.
50La Carte de Tendre
es, claro, un mapa moral. Pero en tanto esa función moralizante no se
reduce a las categorías representadas, que se enuncian casi
literalmente. Por eso, contrariamente a lo sostenía Van Delft (que la
cartografía moral evoca las experiencias existenciales más directas
abandonando toda pretensión de abstracción) este mapa, si bien no hace
alarde de la abstracción geométrica, se apropia metafóricamente de otro
gráfico abstracto: recupera la abstracción del gráfico anatómico que
“aísla” un solo sistema (algo que no sería metódicamente adoptado en los
libros de medicina hasta la aparición de Anatomy of the Human Body de Henry Gray en 1858) y lo transforma en el espacio de la moral.
51Tres
siglos más tarde, el diseñador gráfico Ben Gibson realizó el sugerente
mapa “Mapa de la Verdad y la Decepción”, en el que, con matices y
recursos visuales, combina la conceptualización ética con la estética
acerca de la moral. La imagen parece un mapa topográfico pero, en lugar
de representar el relieve, espacializa dos categorías morales claves de
la modernidad occidental: la Verdad y la Mentira.
“Mapa de la Verdad y la Decepción” (Map of Truth and Deception), de Ben Gibson (2010)
52La
Verdad y la Mentira aparecen presentadas como territorios antagónicos:
la Verdad es un espacio blanco y las Mentiras, negro. El blanco, que
evoca la luz primordial, el origen del mundo y el comienzo de los
tiempos, la pureza, se presenta como una total positividad que se
transfiere al territorio de la Verdad adscribiéndole así una
valorización moral indiscutiblemente positiva. El negro, como contracara
del blanco, es el color las tinieblas, la muerte y el infierno, es el
territorio de las Mentiras.
53La
Verdad se emplaza en la parte superior, mientras que la Mentira ocupa en
la parte inferior, aludiendo a una jerarquía moral; no sólo porque,
genéricamente, lo “superior” tiene una fuerte connotación positiva que
contrasta con la negatividad de lo “inferior”, sino también porque
resuena un modo de espacialización del Cielo y del Infierno.
54Entre
el blanco de la Verdad superior y el negro de la Decepción inferior se
suceden una serie de territorios en los gradientes de los grises que,
desde el tono más oscuro hasta el más pálido respectivamente,
representan los terrenos de “Equivocaciones”, “Ocultamientos”
“Exageraciones” y “Sobreentendidos”. En el terreno de las
“Exageraciones” está la ciudad de los “Falsos piropos o cumplidos” [false flattery]
que nos instala en el pantanoso terreno de la duda ¿Es moralmente
inapropiado ser excesivamente generoso para halagar algo o a alguien que
no está a la altura de esos cumplidos? Imposible responder este dilema
en los términos categóricos del blanco y del negro.
55Las
aguas que surcan este mapa atraviesan todos los tonos. Como todo curso
de agua, estos erosionan las categorías fijas desplegadas en el mapa. Un
delgado río: llamado “mentiras blancas” [white lies], separa la blanca Verdad de todos los grises las mentiras que se dicen con buenas intenciones,
como por ejemplo el propósito de no herir o de proteger a las personas
que amamos o, con fines menos altruistas, las mentiras que decimos para
proteger nuestra intimidad o nuestro ego.
56Las lagunas de los “Acuerdos” [Agree] y “Desacuerdos” [Disagree]
están conectadas por un canal que evoca la tensión de negociaciones
permanentes entre los consensos y los disensos, entre la verdad y la
mentira.
57En el bajo territorio de las Mentiras [Lies], encontramos los puntos “No sabía” [I didn’t know] y “No lo hice” [I didn’t do], como si fueran dos de los lugares más visitados de esta región.
58Un
fino curso de agua que apenas entra en el espacio negro desde el borde
de la derecha del mapa, sugiere la posibilidad de redención, de salirse
de semejante pesadilla. Allí el agua también funciona como una metáfora
de salvación, de expurgación, de bendición, de lavado y de limpieza.
59
“Mapa de la Verdad y la Decepción” (Detalle)

60El “Punto de no retorno” [Point of No Return],
anclado en la negrura de la Decepción, sanciona el punto más emocional
de todo este planteo ético y racional acerca de la Verdad y las
Mentiras: hay mentiras que producen decepciones irremontables de las que
no se puede volver. La Verdad, en singular, es una sola; no admite
matices. Mentiras hay muchas, e incluso hay muchos grises que se le
parecen bastante. En cambio, la Decepción, también en singular, también
es una sola y se localiza en ese Punto de No Retorno. La Decepción es un
lugar del que no se puede volver. Ni siquiera con un buen mapa, como
éste de Gibson.
61En
la página web del profesor Zachary Jones se publicó, entre otros
recursos didácticos para enseñar español a alumnos angloparlantes, “el
mapa más cool del mundo hispanoparlante”.
“El mapa más cool del mundo hispanoparlante”, de Zachary Jones
http://zachary-jones.com/ Fecha de consulta: 14-02-2013
62La ironía bilingüe del título es, tal vez, lo primero que llama la atención: si el lector desconoce la traducción castellana de cool
no va a entender el tema del mapa hasta que “lea” la figura
cartográfica. Y de eso se trata: de leer, literalmente, la imagen…
porque el mapa está armado con palabras. Aunque no son una novedad, en
los últimos años se multiplicaron y se volvieron más visibles gracias a
la exposición y la circulación en las redes sociales los mapas “hechos
de letras”, a los que llamaremos mapas tipográficos.
63El mapa de Jones revela que los países hispanoparlantes tienen un amplio vocabulario para decir el equivalente al término cool
y específicamente apunta a poner de relieve los “regionalismos”
sudamericanos del idioma más hablado del planeta recuperando los
vocablos típicos de cada país: en Cuba, chévere; en México, padre o
chido; en Colombia, bacano, en Uruguay, piola; en Argentina, copado; en
Chile, pulento, entre varios otros. Pedagógicamente, este recurso está
en sintonía con la propuesta del profesor: aprender los “verdaderos”
idiomas, los que habla la gente, los que se usan, la “lengua viva”, en
contraposición con la “lengua del diccionario” de la Real Academia
Española.
64Sin
embargo, el objetivo didáctico de Jones ha sido subvertido en lecturas
menos generosas, como por ejemplo aquellas que interpretan que el mapa
denuncia que es totalmente innecesario usar un vocabulario extranjero en
los países latinoamericanos. Y más todavía: hay una analogía engañosa
que deja entrever que mientras cada país hispanoparlante tiene un léxico
rico y variado, los gringos sólo dicen cool.
65Si
hay algo que aprendemos de esta aparente contradicción –o mejor dicho,
más ampliamente, de esta polisemia- es que las imágenes no funcionan
solas sino que comunican en contextos específicos, a menudo compuestos
por palabras (epígrafe, fuente, etc.). Pero ocurre que a veces esos
contextos formadores de sentido están tan internalizados en nuestros
modos de mirar que casi no los vemos ni los pensamos, y ello por cierto
no significa que no estén funcionando silenciosamente.
66También
es una señal de advertencia sobre los riesgos de ciertos ejercicios
interpretativos que “analizan” el sentido de las imágenes afirmando con
tono de certeza lo que debería ser analizado con más cautela o enunciado
en clave de hipótesis de lectura.
67Estas
consideraciones de método se vuelven particularmente pertinentes para
pensar la capacidad metafórica de ciertos mapas. En el caso de los mapas
tipográficos, las formas geográficas son configuradas a partir de
palabras que varían sus tamaños y adoptan un emplazamiento doblemente
expresivo: por un lado, esas palabras enuncian el contenido y, al mismo
tiempo, las palabras establecen un vínculo con el espacio geográfico al
que refieren a partir de su localización en el espacio cartográfico. Por
otro, la figura y el diseño que adoptan para delinear ese espacio hace
que la palabra, tradicionalmente opuesta a la imagen, funcione ella
misma como una imagen.
68El
mapa de las monedas del mundo es un ejemplo de mapa tipográfico. En él,
se combinan los nombres de las monedas en curso legal: si el país
correspondiente es demasiado grande, la palabra se repite –como el dólar
en Estados Unidos y el rublo en Rusia- o, en caso de que haya usado
otras denominaciones anteriores, se recurre a monedas antiguas –como el
caso del Austral en Argentina. La rosa de los vientos también está
intervenida temáticamente con los símbolos de la libra esterlina (para
el norte), el euro (para el sur) y el peso/dólar (tanto para el este
como para el oeste).
World Currency Worth (2012)
«The Worlds Financial State. Just name your price and dont panic.»
http://www.infohow.org/business-finance-employment/world-currency-worth/
69Apelando
a una convención implícita inherente a nuestra cultura visual que se
activa en la lectura de mapas y otras imágenes, es muy probable que el
lector atienda en primera instancia aquellos nombres más grandes (dólar,
rublo, yuan y real) y que más o menos conscientemente le atribuya mayor
importancia en el contexto de la economía mundial por el simple hecho
de que a menudo establecemos una correspondencia naturalizada entre
mayor tamaño o mayor intensidad de un color y mayor importancia o más
intensidad del fenómeno representado. Entonces, un aparentemente inocuo
mapa (que podría ser realizado por cualquiera, ya que se elabora
descargando una sencilla y gratuita aplicación en la web) puede también
ser leído como una metáfora de las relaciones mundiales de poder
económico.
70En
las artes plásticas, podemos encontrar versiones algo más sofisticadas
de los mismos principios que mencionamos para las geografías de letras
que ofrecen los mapas tipográficos.
“Le monde justifié" ("El mundo justificado")
Angela Detanico y Rafael Lain, galería Martine Aboucaya
http://www.detanicolain.com/
71Le monde justifié
(Angela Detanico y Rafael Lain, galería Martine Aboucaya) juega con la
lógica del procesador de texto: en la primera imagen reconocemos un
planisferio formado por líneas que, aunque en apariencia no se ven como
palabras, funcionan como renglones (algo que queda de manifiesta al
observar la serie completa de las cuatro imágenes que componen la obra).
Lo que sugiere esta composición es que alternado la alineación de los
renglones (a la izquierda, a la derecha o centrados), cambia el orden
del mundo. Por un lado, parece parodiar la idea de que el orden del
mundo se define y redefine con sólo apretar un botón. Por otro lado,
teniendo en cuenta que la cuarta opción para alinear un texto en un
procesador Word es “justificado” (distribuye las palabras de modo tal
que hace coincidir ambos márgenes formando un bloque geométrico) y
considerando que esa cuarta opción correspondería a la primera imagen,
es decir a la única que se reconoce fácilmente como un mapa planisferio,
¿se está sugiriendo que el mundo (o el orden/desorden del mundo) está justificado?
Nuevamente, la primera opción podría indicar que se deja abierta la
esperanza de cambiar el mundo; la segunda, en cambio, parece celebrar el
status quo.
72En
la primera imagen (a la sazón, el planisferio), cada renglón no parece
estar formado por palabras porque es una línea continua. Pero en las
otras tres imágenes de la serie, cada renglón se transforma en un
segmento, y cada segmento conserva la extensión que tenía en el
continente que representaba en el mapa original. Es decir: en las tres
siguientes imágenes de la serie, los segmentos que estaban separados se
reagrupan pero no se juntan y, tal vez sin proponérselo deliberadamente,
ponen en cuestión la geopolítica internacional creando espacios
topológicos que se nos presentan como tipográficos. Así, en los mapas
tipográficos como en las metáforas literarias, la capacidad que tenga el
lector de leer entrelíneas lo llevará no sólo a transitar espacios sino
también a crear sus propios espacios.
73El libro Transit Maps of the World,
del escritor y periodista inglés Mark Ovenden (editado por el diseñador
Mike Ashworth) presenta el índice el libro con la estructura
diagramática que parece un mapa de transporte. En otras palabras: el
índice es un mapa que orienta la lectura al mismo tiempo que representa
la estructura espacial del libro, su orden espacial (no sólo la
secuencia de lectura).
74En
un libro de mapas de medios de transporte en el que la cuestión de la
movilidad atraviesa toda la obra en diferentes niveles, la lectura se
presenta como el movimiento que el lector realiza en el espacio del
libro. Y el mapa plano de las páginas 2 y 3 sirve para explorar el mundo
del libro, con su materialidad como objeto de tres dimensiones.
75Es
un índice creativo que, al igual que otros libros, intenta seducir al
lector haciendo uso de sus propias herramientas, apropiándose del tema
del libro para explotar múltiples posibilidades que no son las
originalmente previstas. Es, también, una metáfora de laberinto: el
recorrido crea el mapa y el espacio al mismo tiempo.
Transit Maps of the World
Mark Ovenden y Mike Ashworth, 2007, p. 2 y 3
76No
es el único mapa que representa apela la metáfora de una red de
transporte para establecer recorridos, clasificaciones o modos de
organización espacial de otros fenómenos que, en principio, se presentan
como ajenos a la lógica cartográfica.
“El mapa de las mejores películas de todos los tiempos” ("The best movies of all time map")
www.vodcaster.com Fecha de consulta: 11-07-2011
77Este
mapa organiza espacialmente un corpus de películas, en el que cada
línea/color representa un género fílmico. Lo cartográfico aquí es el
lenguaje gráfico y su estética, claramente identificados con un género
cartográfico, el de los planos de subterráneos, en este caso aplicado a
otros temas que no suelen ser mapeados. Así se construye una
clasificación de géneros fílmicos sobre una “geometría subyacente,
discretamente –poéticamente- sugerida” (Van Delft, 1985: 111). O, en
otras palabras, el lenguaje abstracto activa una metáfora de esa poética
del espacio de la que hablaba Gastón Bachelard.
- 12 “It must be noted that the turn to design at this period was as often motivated by genuine utopian (...)
- 13 Véase Barrow, 2009: 354-357.
- 14 Véase Ovenden, 2003. Janin Hadlow, en cambio, sostiene que el mapa de Beck tuvo una inmediata acept (...)
78Esta
plantilla, que en la actualidad es icónicamente representativa de los
mapas de subterráneos, tiene origen en un plano de la red londinense de
subterráneos. El célebre mapa del metro de Londres fue diseñado por
Harry Beck en 1931 en un momento en que el diseño, el arte y la
cartografía trataban de probar su utilidad social.12
Sin embargo, tuvo que sortear muchos obstáculos para gozar de la
aceptación popular que tiene hoy en día. En los primeros años, el
público se resistía a abandonar los mapas analógicos que “imprimían” la
red de metro sobre una base del plano urbano a escala y no reconocían la
utilidad de esa imagen fuertemente esquematizada y abstracta que
elimina las correspondencias literales respecto de la red real.13
En la actualidad, ese mapa se ha transformado en un esquema básico
adoptado para el trazado de casi todas las redes de subterráneos del
mundo.14 Pero
no sólo eso: también se ha constituido en un lenguaje útil para expresar
una variedad considerable de temas, en los que no hay ecos de
geografías, ni de desplazamientos. Más bien, es un lenguaje que funciona
como criterio de clasificación y crea territorios con cierta identidad
común.
- 15 Barrows, 2009.
- 16 Véase Ovenden, 2003.
79¿Por
qué ese esquema cartográfico que ha sido tan polémico sus orígenes se
ha naturalizado a punto tal de trasvasar hacia temas poco espaciales y
espacializarlos en operatorias que resultan casi invisibles para el
lector? Se ha resaltado que su eficacia radica en la aparente
neutralidad y racionalidad de su geometría y su legibilidad15
pero también habría que considerar que esa potencia se ha consolidado a
lo largo del tiempo porque el mapa de Harry Beck cumple con todos los
requisitos de lo que Roland Barthes denominó “creación suprema de una
era”: algo que es percibido como anónimo, caído del cielo, creado por
artistas desconocidos (o no reconocidos), y consumido por una comunidad
entera que se apropia de él y lo devora, que no se interroga mucho sobre
él (lo asume como si fuera un objeto mágico) y que apenas se percata de
que está consumiendo no sólo un objeto sino también una manera de
concebir el espacio (Hadlaw, 2003: 25). Una vez que su adopción para la
representación del sistema de transporte subterráneo se ha expandido a
casi todas las metrópolis del mundo,16 es percibido como algo que se puede adaptar a diversas casuísticas y que, por tanto, está más allá de su concepción originaria.
- 17 La categoría de género literario asume que las construcciones del lenguaje pueden agruparse según t (...)
- 18 El montaje de una serie consiste en poner unas imágenes en proximidad con otras, compartiendo un mi (...)
80En un trabajo anterior en el que propuse adaptar las categorías de género17 y serie18
para pensar la pluralidad del objeto cartográfico recurrí al montaje de
un grupo de mapas que compartían el lenguaje cartográfico específico de
los planos de subterráneos para representar temas incongruentes entre
sí aunque, observados desde cierta distancia, las cuatro imágenes
parecían todas variaciones de un mismo mapa.
Underground - Plano del metro de Londres (2015) — The best movies of all time map — Alphabet — Wines of France
81El
primer mapa de la serie es la versión contemporánea del mapa del metro
londinense diseñado por Beck en 1931. En los otros mapas de la serie
vemos que aquel esquema se usa como modelo de lenguaje gráfico y es
adoptado para representar otros temas que nada tienen que ver con el
transporte urbano subterráneo: los vinos de Francia (cada línea/color
representa una región vitivinícola); películas en la que cada
línea/color representa un género fílmico; incluso algo puramente
estético: las líneas de las redes de subtes apenas sirven para
configurar las letras del abecedario en una lámina didáctica para niños.
82En
esta serie, el denominador común que enlaza las imágenes es el lenguaje
gráfico, claramente identificado con un género cartográfico y aplicado a
otros temas que no suelen ser mapeados. Los lazos que predominan en
esta serie son los estéticos consagrando la eficacia del mapa beckiano
ya naturalizada en el sentido común.
- 19 La introducción del libro de Ovenden (2003) lleva por título: “From maps to diagrams” (9).
83La
fuerte componente abstracta del plano de Harry Beck ha servido para que
los diseñadores gráficos afirmen que la consagración de esa plantilla
esquemática ha significado que los planos de transporte hayan mutado de
haber sido mapas (que tienen información topográfica) a ser diagramas
(que sólo representan rutas).19
Esta afirmación oblitera, por un lado, el hecho de que las rutas
implican una concepción de tiempo y de espacio, y, por otro lado, que la
topografía no es el único elemento que define el espacio. En rigor, el
mapa de Beck identifica estaciones de metro por su nombre, representa
localizaciones relativas y muestra puntos de transferencia, ayudando a
la gente a tomar decisiones para su desplazamiento, pero que también
encarna un ideal moderno de tiempo y de espacio, concebidos como
ordenados, lúcidos, regulares, eficientes y enteramente funcionales
(Hadlaw, 2003: 35). ¿No es eso una metáfora de la imagen de nosotros
mismos que se construyó en la Modernidad?
84Aquí
se ha intentado sostener que muchas imágenes cartográficas menos
convencionales activan una amplia variedad de metáforas que,
articuladas, configuran espacios y sentidos de lugar. Se ha intentado
restituir la capacidad performativa de las metáforas cartográficas en la
producción de espacios, asumiendo que, como afirmó Lefebvre, quienes
“producen espacios” actúan siempre de acuerdo con sus propias
representaciones acerca del espacio, y así es que lo producen y lo
reproducen, a partir de la producción y reproducción de relaciones
espaciales construidas y aceptadas en un momento dado –y lo hacen a
través de la arquitectura y las acciones materiales, pero también a
través de otros medios más abstractos tales como mapas, imágenes y
textos.
85Este
ensayo abría el debate interrogando acerca de la pertinencia de usar el
término mapa para expresiones que aparentemente no tienen mucho de
geográficas. En lugar de analizar cada una de esas expresiones para
justificar su “veta cartográfica”, hemos propuesto que esos giros
lexicales se nutren de una vasta tradición de imágenes cartográficas
metafóricas que han modelando (y siguen modelando) maneras de pensar
espacialmente temas que no son necesariamente geográficos y que, a
partir de ello, la extrapolación de los términos no hace sino evidenciar
formas de pensar espacialmente.
86¿En
qué sentido estas reflexiones pueden ser útiles para volver a repensar
la naturaleza de la imagen cartográfica en una reflexión amplia que
incluso contemple los mapas geográficos?
87Pensar
el mapa como metáfora requiere empezar a deconstruir la supuesta
autonomía del mapa como modo específico y autónomo de representación,
escindido de otras formas de representar el espacio (o ideas sobre el
espacio) así como de otras imágenes con las que se intersecta en los
diversos itinerarios de circulación y con las que comparte códigos de
lectura e interpretación que aseguran un básico entendimiento o, en
cierto sentido, una comunicación eficiente.
88De
esta manera, la idea de mapa metáfora puede nutrir una reflexión
renovada sobre los mapas geográficos incorporando nuevas variables de
análisis que resultan escurridizas cuando sólo se interroga sobre el
nivel informativo de las representaciones cartográficas.
89Podemos
empezar a hacerlo ya mismo, ensayar algo con las herramientas que ya
tenemos y con las imágenes que se nos presentan –mientras seguimos
construyendo un andamiaje metodológico que nos permita interrogar
consistentemente una serie de imágenes hasta ahora bastante despreciadas
por los análisis académicos. Aquí reproducimos el poster titulado Ventre à terre que hizo Pierre Malphettes en 1998.
90El
planisferio “tatuado” sobre la panza embarazada y la relación entre el
vientre materno y la tierra (ya sea la Tierra o la tierra natal o
simplemente el mundo físico sobre el que apoyamos los pies) convoca un
caleidoscopio de ideas: el ombligo que alimenta y da vida, el cuerpo
grávido que restituye la redondez del mundo, el calor de la madre que
protege su panza con la ropa que se levanta para que le tomen la
fotografía (frente a la frialdad de las coordenadas geográficas que
imprimen un grilla ortogonal de paralelos y meridianos)… Se puede hilar
más fino: el obligo está justo en África donde se cree que se inició el
desarrollo del Homo Sapiens. En fin: podríamos seguir mirando la imagen y dejarnos tentar por lo que nos sugiere, alabando su estética o su originalidad.
Ventre à terre, de Pierre Malphettes (1998)
91Pero
también podríamos mirar la imagen a la luz de la reflexiones aquí
ensayadas y retitularla. Yo le pondría: “El planisferio del
espacio-tiempo curvo”. Aquí, a pesar de la evidente bidimensionalidad
del mapa probablemente mercatoriano, la panza impone su curvatura y,
sobre todo, su tiempo: las nueves lunas de la concepción. Y de pronto,
los vemos, ahí están: con picardía, Euclides de Alejandría y Albert
Einstein observan el poster de Pierre Malphettes y sonríen juntos,
pensando en todos los interrogantes sobre los modos de conceptualizar y
representar el espacio que todavía tenemos por resolver.